Tapa del primer disco, realizada por Crist, creador de la historieta homónima |
Lo bueno dura poco dicen, y esta ley corrió para La Máquina que tan sólo respiró poco más de dos años de vida. El “rock progresivo” era la etiqueta que necesitaba en ese momento Charly para explotar al máximo su creatividad y expresión. En su música se notaba la influencia de grandes bandas internacionales de la escena como Camel o Yes. Pero había también un componente nacional que lo hacía sumamente original compuesto sin lugar a dudas por el estilo propio e inconfundible de García, aunque también podían hallarse pasajes típicos de Crucis, conjunto al que el músico produjo (ver "Crucis, olvidarla sería un pecado").
El ex Sui Géneris se llevó las luces en esta agrupación, pero los músicos que cubrían sus espaldas no eran ningunos bebés de pecho. Oscar Moro, quien pasó también por Los Gatos, Serú Girán, Riff, entre otros, le dio ritmo desde la batería. Desde el bajo, José Luis Fernández aportó aún más influencia “cruciana”, y Gustavo Bazterrica se encargó de las seis cuerdas. Pero no quedaba todo ahí, aún quedaba algo para culminar el pretencioso proyecto. Carlos Cutaia, virtuoso organista y tecladista de Pescado Rabioso, completó la alineación (una de las pocas con dos tecladistas).
La banda sólo editó dos discos: “García y La Máquina de Hacer Pájaros” (1976) y “Películas” (1977). Ambos discos contienen fusiones de estilos múltiples como bossa nova, disco, rock, jazz, tango, música country, candombe, entre tantos otros. Pero la calidad como ejecutantes no derivó en un concierto de virtuosismo sin sentido de los músicos, como pasa muchas veces, sino que se coronó con dos discos de una gran belleza compositiva.
En fin, difícil es asegurar que La Máquina haya sido mejor etapa que Sui Géneris o Serú Girán, pero no quedan dudas de que esta gran banda (ignorada por muchos en su momento) está mínimamente a la altura del resto.
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