viernes, 10 de diciembre de 2010

Crucis, olvidarlo sería un pecado



Joven y exitoso, Carlos entró al Teatro Astral con la esperanza de encontrar algo nuevo y brillante, pero quizá a la vez sentía aquél escepticismo de los grandes que deciden volver a los subsuelos del arte. Una bandita nueva parecía que la estaba rompiendo, así se comentaba en la calle al menos. Los primeros acordes, las notas de virtuosismo, aquél teclado maravilloso... Sólo una noche, tan sólo un show, convenció a Charly García para producir el primer álbum de Crucis, que salió a la venta en 1976.


Los primeros y más grandes embajadores del rock progresivo en Argentina, pequeño título para el quinteto formado por Aníbal Kerpel en teclados, Daniel Frenkel en batería, Gustavo Montesano en guitarra y voz, José Luis Fernández en bajo y Pino Marrone en guitarra. 

Al año siguiente de su debut discográfico, dieron forma a “Los delirios del mariscal”, su segundo long play. El material fue mezclado en Nueva York, pero esta vez no contaron con José Luis Fernández (que partiría hacia “La Máquina de Hacer Pájaros”) por lo que Montesano tomó el bajo. Este disco se caracteriza por tener sólo 4 temas, pero de una extensión mayor al primer trabajo de la agrupación (canciones de 12 y 10 minutos son moneda corriente en el género).

Tras una exitosa gira por Estados Unidos, se dio a conocer la inesperada noticia que anunciaba la separación del grupo. A 30 años de su separación, la existencia de sus dos discos pasa desapercibida para muchos jóvenes que no fueron contemporáneos a su música. Sería un grosero error no colaborar para inmortalizar a una de las bandas más importantes en la historia del rock nacional.


Por Emanuel Villalba


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