El hombre de las mil caras se aburría de sí mismo. Desdoblaba su personalidad para enredar al espectador con la confusión y la sorpresa. El hombre de los mil pensamientos por minuto era un declarado perezoso, que encargaba a otros la ejecución de sus ideas.
El hombre que inventó mil y un juegos, y los colocó en museos, se ha resistido durante años a las lecturas más convencionales de la lógica que tratan de resumir y exprimir una obra sin clasificaciones. Alighiero Boetti (Turín, 1940-Roma, 1994), fue un escurridizo artista que heredó las experiencias de Marcel Duchamp, que pintó dos bigotes a la reproducción de una serigrafía de Jackie Kennedy hecha por Warhol, que inventó una lámpara que se enciende durante 11 segundos una vez al año y que nadie ha conseguido estar presente ante ese instante azaroso.
No, nadie ha conseguido ver nunca si Lampada annuale (Lámpara anual) se enciende o realmente es un invento, pero parece ser que sí se enciende.
Alighiero Boetti marcó un estilo de trabajo diferente, propio e innombrable, desarrollando una obra impredecible, imaginativa, lúdica, lúcida y poética, que abarcaba el dibujo, la pintura y la escultura, pero también las postales, y los mencionados tejidos. Y dejó que el azar hiciera el resto.
Se obsesionó por el paso del tiempo y el juego, arrancaba las hojas de los calendarios y mandaba la felicitación del año a sus amigos de esta manera. Boetti, el artista de los mil trucos que no pudo parar el tiempo. Fijó en tela su fallecimiento: el 11 de julio de 2023, pero no llegó para verlo.
Ivonne Guevara
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