Así lo decidió la revista Rolling Stone (la misma que puso en su “prestigiosa” tapa a grandes músicos como Justin Bieber u otros personajes sumamente revolucionarios como Florencia Trinidad). Claro, no tardaron en hacer eco los medios más importantes, sobre todo aquellas prestigiosas páginas dedicadas al copy-paste.
Esta excelentísima lista, que según todos los medios que se encargaron de repetir religiosamente el artículo contenía a los más grandes guitarristas de la historia mundial, tenía entre otros a: B.B. King, George Harrison, David Gilmour, Les Paul, Carlos Santana, Frank Zappa, Brian May, Johnny Ramone, The Edge (U2), Ritchie Blackmore, John Lennon, Slash, Kurt Cobain, Joni Mitchell (la única mujer del ranking) y Lou Reed.
Es decir, que fuera de ella no sólo quedan todos aquellos grandes guitarristas de otros géneros (Cacho Tirao, Paco de Lucía, entre tantos otros), sino que también se encargaron de desterrar a los grandes del rock mundial. Sólo Carlos Santana (un mexicano que se animó a saltar el muro de la superioridad anglosajona) y Joni Mitchell (Canadá siempre estuvo cerca) son representantes de lo que en un amistoso de fútbol sería “resto del mundo”, si consideramos a Inglaterra y Estados Unidos como parte de lo mismo…
Pero lo que asusta no es el etnocentrismo de una revista que hace rato perdió el espíritu rockero, sino la facilidad que tienen otros medios para transformar los artículos publicados en ella en realidades indiscutibles. Nadie duda de la calidad de Jimi Hendrix en la guitarra, ni de lo novedoso que fue su estilo para la época. Pero tampoco nadie duda que muchos guitarristas pudieron ser tan o más buenos que él.
La realidad es que la música no es un deporte ni una ciencia exacta. En el arte todo es subjetivo, y cada una de estas listas que se encargan de endiosar a determinadas personalidades (Mozart en el ambiente académico, Gardel en el tango y ahora Jimi en la guitarra) vician de inutilidad.
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