lunes, 23 de enero de 2012

Fumátelo en PIPA

Hace algunos meses en la querida facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se produjo un intenso debate acerca de los derechos de autor y la llamada “piratería” en Internet. Ciertamente, hubo dos posiciones que se enfrentaron defendiendo sus respectivos intereses, y la realidad es que se volvía difícil, para quién participaba del encuentro, tomar una posición definida. Ambos tenían razón en algún punto, pero el libre acceso del público a la cultura era un argumento poderoso por demás.

Hace pocos días, se desató tanto en los medios de comunicación como en la red un revuelo muy importante por los proyectos de ley norteamericanos SOPA (Stop Online Piracy Act) y PIPA (Protect IP Act). Esta tentativa de legislación “anti piratería” fue pregonada por el senador Lamar Smith en Estados Unidos, quien asegura que hay que “solucionar el problema de los ladrones extranjeros que roban y venden inventos y productos estadounidenses”. Esta postura desencadenó la furia a nivel mundial de varios defensores de la “libertad” de Internet, que llevaron a cabo un apagón – a entender de quien escribe un tanto contradictorio- y manifestaron su repudio en sus sitios, como Wikipedia, Facebook y Google. Mientras que otros, más coherentes, como la compañía pública uruguaya de telecomunicaciones, Antel, brindaron un día gratis de conexión a Internet en solidaridad con las protestas.

Hoy por hoy, las aguas están más calmadas y los proyectos de ley fueron retirados del Congreso, en Estados Unidos. Sin embargo, se anunció que las medidas seguirán siendo revisadas para continuar adelante, y casualmente, se llevó a cabo el cierre de Megaupload, un servicio de almacenamiento de archivos que permite subir y bajar archivos en Internet.

Esta situación fomenta la incertidumbre entre los usuarios, que se sienten como los nenes cuando les sacan el chupetín, que primero les habían hecho probar. Y si bien, indefectiblemente el asunto necesita de un profundo debate, en el que se tengan en cuenta los derechos de autor, también hay que respetar y hacer valer el derecho al libre acceso a la cultura del que todos debemos gozar.

Por Rocío Rimoldi

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