martes, 23 de agosto de 2011

Lo oscuro mueve el mar


Vivir en la intemperie supone no sólo poder sumergirse, perecer definitivamente, sino también encontrar de frente lo que vale la pena ser vivido, que de otra manera no conoceríamos nunca.
Esto me susurran al oído los versos de Alfredo Lichter, donde el mar, el desierto y la luna en la inmensa oscuridad son como el interior donde el poeta quiere encontrarse a sí mismo.
Una soledad merecida en el libro “Lo oscuro mueve el mar”, que lleva de sus letras a las del que las lee. Así, el naturalista, poeta y filósofo que fue inspirado, nos inspira. Sus letras juegan a hacer equilibrio entre el precipicio y el firmamento. Descubre colores y muestra la naturaleza con un amor que contagia, que hace reposar sobre colchones de agua y naufragar hasta lo más profundo de uno mismo.
Lichter es un argentino con cinco décadas, más o menos, y como estudió biología y agronomía antes de ser poeta, bien aprovecha el don de la sensibilidad en sus versos y en su voz para dar mensajes que den relevancia a la necesidad de modificar nuestra relación con la naturaleza.
El mar no debería ser entendido como un objeto de dominio, sino como otro –dijo Lichter-. Cuando re reconoce su existencia, el ser humano es capaz de construir una relación basada en el respeto”.  

Inventario
El viento traza dudas en la costa
Y no otorgan tregua los molinos del mar.
El amanecer del desierto promete
Que todo será al fin definible,
Salvo la luna,
Desnuda hasta el siguiente crepúsculo.
Se completa así la soledad
De la intemperie,
Madrugada, acantilado,
Cuando transparente por la lluvia
De toda la noche
Puede verse uno entre los huesos.

Ivonne Guevara





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