martes, 26 de julio de 2011

El de los mil nombres


De día se ganaba la vida como traductor, pero de noche escribía poesía. No escribía "su" propia poesía, sino la de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos. Así era Fernando Pessoa (13-06-88), el poeta portugués que vivió parte de juventud en Sudáfrica y murió a los 47 en Lisboa, donde nació.

Si después de yo morir quisieran
escribir mi biografía
no hay nada más sencillo.
Tiene sólo dos fechas
la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y otra todos los días son míos.

Tal cual lo describe, tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades. Fernando António Nogueira Pessoa se negaba a develar su identidad en sus principios de escritor, por eso muchas de sus obras están bajo la firma de seudónimos como Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares, entre los más destacados.
La muerte de su padre, de su hermano y su hermanastra, empezaban a delinear una vida llena de tristezas que lo agobiarían y marcarían la tendencia de su poesía e inclinación al alcohol (fiel al aguardiente de la marca "Águia Real").
Sin embargo, su lucha por terminar sus estudios y publicar sus escritos fue destacable hasta el día último.
A Pessoa lo internaron el día 29 de noviembre de 1935, con el diagnóstico de "cólico hepático" y falleció a causa de las complicaciones posiblemente asociadas a una cierrosis el día 30. En los últimos momentos de vida pide sus gafas y clama por sus heterónimos. Su último texto escrito estaba en inglés, idioma en que fuera educado:

"I know not what tomorrow will bring"
(No sé lo que traerá el mañana....)

 La figura enigmática en que se convirtió motiva gran parte de los estudios sobre su vida y su obra, y lo vuelven un personaje inmenso e inacabable.

Por Ivonne Guevara

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