miércoles, 2 de febrero de 2011

Por Favor

Antes que nada, tengo que decir que tú sabes que no nos caemos bien. Es decir, ni yo creo mucho en ti y tu tampoco me estimas demasiado que digamos. De pequeño me acercaba a tu regazo para contártelo todo, pero no se que ocurrió entre nosotros. Ahora suelo escarbar el pasado para averiguarlo, pero no se todavía el motivo por el que nos alejamos tanto.

Es cierto que me he equivocado y te he insultado por demás (seguramente alguna vez te ardieron las orejas por ello). Pero ¿qué esperabas?, tienes que confesarme que tu jamás apostaste siquiera un penique por mí. También se que no soy tu único amigo y te pido perdón por eso, por mi impaciencia.

No me olvido que alguna vez estuviste a mi lado, pero fue hace tanto que suelo pasarlo por alto cuando te recuerdo. Tu primo, el mentiroso de siempre, me ha confundido y llevado de la mano cuando mis lágrimas se hicieron hielo en mi corazón. Creí que podía ir y venir cuando quería; que podía jugar sin quemarme. Pero no fue así y el bobo se me prendió fuego.

Es por esto último que acudo en tu ayuda. Como dije, se que te he tratado mal y no tienes obligación alguna en darme una mano. De hecho, si decides no hacerlo, no te lo reprocharé, en absoluto. Pero si cambias de opinión, espero que me escribas pronto y contestes esta plegaria.

Amén


Por David Rodríguez

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