miércoles, 28 de septiembre de 2011

A mi manera de decir Adiós

Si en alguno de esos momentos que sabés la encuentro en el fondo de mi porrón vacío he de preguntarle ¿por qué no es como las demás?, ¿por qué cuando hay que plantarse se va y cuando hay que marcharse se queda?.

Tal vez, si entre el humo que dejan las malas compañías cuando salen por la puerta de llegada logro divisarla, quisiera preguntarle ¿qué la hace actuar así?, ¿qué tiene en su cabeza para dictarme lo que me dicta?.
Se ríe en lugar de lamentar. Saca a bailar a la luna sin poder aguantar sentado. Escoge el cartón, cuando otros beben en pocillos el café, mientras estiran el meñique. Se calla, mientras todos hacen de buenos samaritanos. Cierra los ojos al acercarse al cajón para no llorar como los demás.

¿Cómo puede ser que sus gestos de dolor tengan de ropa una media sonrisa?, ¿qué le hace creer que todo estará bien?. ¿Será que por mundología propia sabe lo que vendrá, gracias a esas tempestades que hoy adornan el jardín de su memoria?.

Puede que sea hora de dejar de preguntar y aceptar que en el centro de mí sin razón están todas las respuestas, escritas con la pluma que, alguna vez, supo empuñar mi corazón.


Por David Rodríguez

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