martes, 27 de septiembre de 2011

Un Tranvía llamado Deseo, el ballet

Las decisiones de iluminación, como la cantidad de bailarines en escena, como los elementos utilizados (una gigantezca cama matrimonial donde Stella DuBois y su marido Stanley Kowalski hacen el amor, una bañera llena de agua, unos paneles de vidrio donde se asoman los internos del hospital) hacen que la libre versión mediante la cual Mauricio Wainrot expone el triángulo de amor-odio entre Stella, Blanche y Stanley, de la obra de Tenesse Williams “Un tranvía llamado Deseo”, resulte impactante.
En la escena final de la obra original, Blanche Dubois, su protagonista, es llevada a un hospital para enfermos mentales. Es ese momento, precisamente, el punto que el Director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín eligió como inicio de esta versión coreográfica.
Se revive, en forma constante y obsesiva, los nudos desencadenantes de la progresiva crisis de Blanche: el suicidio de su marido, la imposible convivencia con su hermana y su cuñado Stanley Kowalski, la relación con Mitch – de quién recibe afecto y confianza – y, sobre todo, el permanente enfrentamiento con Stanley.
Blanche y Stanley son dos personajes que se atraen y se rechazan. No representan sólo dos mundos y dos culturas muy diferentes. Son, también, paradigmas de dos épocas que se enfrentan sin ninguna posibilidad de comprensión.
Está claro que la fuerza de este ballet radica en su capacidad de impactar: el sufrimiento y angustia del personaje de Blanche va creciendo a lo largo de la pieza, donde los actos violentos se van recrudeciendo hasta el límite de lo soportable. En este sentido, la música de Béla Bartók y su uso de los instrumentos de cuerdas, es fundamental a la hora de crear esa atmósfera enloquecedera, que no da sosiego al espectador.

Funciones martes a las 20.30, los viernes a las 14,
 sábados y domingos a las 17. Teatro San Martín.

Por Ivonne Guevara

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