miércoles, 17 de agosto de 2011

Vivir de regalo

Suelo preguntarme cada tanto, cuando el tiempo me abruma con su ventarrón, si voy por el sendero correcto. Sin embargo, a la vez me respondo: ¿qué es lo correcto?. ¿Seguir lo que mis abuelos y hasta mis padres tienen estipulado para mí?. ¿Y qué si no quiero casarme para dejar de temerle a mi soledad?. ¿Y qué si no me interesa comprar una casa fría para que sea mi refugio en la vejez?. ¿Y qué si no me interesa tener un auto y cambiarlo con la frecuencia de un rayo para no perder presencia?. ¿Y qué si la relación con mis amigos no tiene de intermediario un celular?.
                                                 
Vivir por vivir nunca fue mi manera y gracias a Dios, quien todavía me da que pensar, aún me rehúso a venderle mi alma al cielo de la mediocridad. Plantar un árbol, escribir un libro y yo que se, no es mi lema. Sin embargo, es cierto que de chico soñaba con tener un hijo y ser un buen padre, creía que a los veintitantos el destino me hallaría viviendo solo, con el trabajo que siempre anhelé y la chica que se alejó de mí. Pero sigo teniendo mis manos para construir, mis pies para seguir pateando, mi boca para hacerme oír, mi cabeza para seguir pensando, mi corazón que no piensa dejar de latir y personas que me alientan a seguir soñando.

Por David Rodriguez

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