La plaza de Tapiales se ha convertido, con el correr de los años, en un espacio que esconde los secretos del barrio. Repleta de árboles y banquitos de cemento, ha sabido ser escenario de varias bandas de rock, de romances, de interminables reuniones con amigos y cervezas hasta el amanecer. Pero también ha sido un lugar para la reflexión, el recuerdo y la angustia, cuando se transformó en punto de encuentro de las primeras marchas tras la tragedia de Cromañón.
Actualmente, una placa rinde homenaje a las 194 víctimas de aquella fatal noche del 30 de diciembre de 2004, del recital de Callejeros. Porque muchos de los chicos que allí murieron eran del barrio, porque Villa Celina, de dónde son los integrantes del grupo, está pegadito. También, un enorme mural pintado artesanalmente frente a la plaza recuerda a “nuestros pibes”, en un claro mensaje de jamás olvidar lo que sucedió.
Así es que darse una vuelta por la plaza una tarde soleada de invierno trae, inevitablemente, recuerdos. Porque este lugar guarda infinidades de historias para cada uno, y algunas de ellas se han perpetuado más allá de nuestras mentes.
Por Rocío Rimoldi
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