A todos los que se oponen a la mención de Queen entre los grandes conjuntos de la historia del género, es aconsejable recomendarles el disco “A night at the Opera”. En sus doce cortes, el long play no sólo es prueba cabal de su genialidad a nivel compositivo y de ejecución, sino que además demuestra la versatilidad que tenía el conjunto para dar vida a canciones de géneros muy variados y hacerlos sentir como parte de un mismo todo (si de versatilidad hablamos, Freddie Mercury se destaca por la capacidad de adaptar su voz a cada estilo).
“Bohemian Rhapsody” y “The Prophet´s Song” son dos ejemplos de lo lejos que pudo llegar esta banda: ambas canciones además de explotar los elementos tradicionales del rock, deslumbran con arreglos vocales similares a los coros más oscuros de las óperas clásicas. “Death On Two Legs”, “I´m In Love With My Car” y “Sweet Lady” sorprenden con su carácter de Hard Rock. “Good Company”, “Lozing on a Sunday Afternoon” y “Seaside Rendezvous” nos trasladan momentáneamente a una comedia musical. “39” tranquiliza con su estilo country. “You´re my best friend” y “Love of my Life” son canciones que se destacaron como hits, otra de las facetas que supo explotar bien el conjunto.
Es cierto que Queen no se encierra sólo en el rock y juega con distintas fusiones, pero más cierto es que el rock pierde más de lo que el conjunto británico resigna al romper el vínculo con el estilo. Quizá el hecho de que Freddie Mercury haya expresado públicamente su homosexualidad fue demasiado para la masa homofóbica del género.
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