Aunque pudiera pasar inadvertido por su fachada tan sencilla, no lo hace. El tradicional bar donde la cultura organiza sus reuniones tan sólo hace honor a su nombre. "Clásica y Moderna" reúne en la cuadra de Callao al 800 texturas, colores y letras.
"una librería puede ser el centro del universo", es la frase con la que comienza el libro que hace homenaje a sus 70 años de existencia y hace referencia, con razón, a este lugar que se vuelve mágico al pasar la puerta. Con colecciones de libros de todos los tiempos atrae a los lectores apasionados y les brinda un espacio inigualable para dejarse llevar por la historia, poesías o ficciones. También la música y obras de teatro de cualquier género convocan a los curiosos y a quienes necesitan hacer introspecciones con sentido, o alejarse necesariamente de la cotidianeidad.
En las noches de lluvia o luna redonda, con techo ténue de luces amarillas se viste el bar, y nunca falta una copa de vino sobre los manteles impecables de aquellas mesas de madera oscura distribuídas en el salón principal. Algunas paredes de ladrillos a la vista conjugan sus colores con los cuadros colocados prolijamente a la vista de todos. Nadie sigue de largo ante ellos, modernos o clásicos, hay para todos los gustos. Así es el lugar: para todos los gustos. Hay brillos y opacidades, alegría y melancolía. Bicicletas antiguas en algún entrepiso adornan la vista de aquél que repara en detalles, y junto con un barril de madera juegan a ser los más viejos.
Las mañanas de Clásica y Moderna se visten de traje. Hombres y mujeres que paran a desvelarse con el café estimulador de cada día. Algunos van en busca de un libro y otros tan sólo prefieren desayunarse las noticias del día.
Por ser la casa donde la cultura y el arte no pasan de largo, y donde la armonía también decide quedarse, los habitués la halagan dejando sus poemas y garabatos.
Por Ivonne Guevara
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