Aquel tipo mayor, de barba prominente, blanca y de mirada fuerte se llamaba y todavía se llama José Larralde. Pensar que yo creía que con el Martin Fierro tenía suficiente enseñanza de vida. Sin embargo, ese hombre de mochilas llevar me recitó sin que él mismo lo supiera frases que siempre guardaré en la memoria. Y no las guardo por quien lo dice, si no porque yo mismo he comprobado su veracidad al pasar sin querer por tormentas parecidas y que él retrata en forma de recitado.
El folclore supo llevar su repertorio al reconocimiento de todo aquel que se anima a vivir sin esperar todo del cielo. Sus metáforas y cuentos son para esos que siguen de pie y aprenden con cada caída. Hoy, con 73 años y sin propagandas ni publicidades de por medio sigue emocionando verlo tocar su vigüela al compás de su trajinar hecho verso.
Por David Rodriguez
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