Francia… los resortes de una cama comienzan a marcar el pulso para el resto de las actividades de la casa. El chelo se acelera, también lo hace el metrónomo, la mujer que limpia a golpes la alfombra, el pintor y su rodillo y la anciana que teje una nueva prenda. De repente, esos ruidos comienzan a tomar una forma hasta convertirse en un solo sonido, en música.
En un pequeño instante se unen dos grandes expresiones artísticas de Francia: su cine (Delicatessen de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet) y la “música concreta”. Injustos aquellos que desprecian los trabajos de Pierre Schaeffer, creador de este género.
El compositor francés no sólo se destacó por su apreciación y disposición artística de los sonidos, sino que también deslumbró con el análisis teórico que desarrolló sobre ellos. Conocidos son los elementos fundamentales del sonido, aquellos que nos enseñaron en la escuela como única teoría: timbre, intensidad, duración y altura. Schaeffer decidió romper con estas escasas variantes y amplió el espectro para realizar un análisis más completo que derivó en su más importante publicación: “Traité des objets musicaux”.
El método de trabajo de Schaeffer no era nada sencillo, puesto que no contaba con la tecnología actual. Tomaba grabaciones de ruidos de la vida cotidiana y, mediante la manipulación de las cintas, creaba nuevos sonidos que posteriormente utilizaba en composiciones artísticas. Un trabajo muy artesanal comparado al actual, y eso se nota en la calidad del sonido de sus obras.
Más allá de la escasa popularidad de sus composiciones, su repercusión fue enorme. Sin lugar a dudas, tanto su trabajo de investigación como su composición influyeron directa e indirectamente en las músicas actuales.
Por Emanuel Villalba
Por Emanuel Villalba
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