Me había olvidado de aquellas flechas incrustadas en las gruesas telas del bobo. Descubrí con el codo siempre doblado y ese amigo que nunca falla, que a través de ciertas melodías la melancolía puede, inclusive, aparentar hermosura.
¿Por qué será que recién es allí cuando toman real sentido las canciones que siempre aullé por inercia?. ¿Qué magia ocultan esos acordes y buenos versos que hablan de mí como si me conocieran de toda la vida?.
Debe ser que esas estrofas que me reflejan como en un espejo saben de mi existencia desde antes que yo naciera. ¿Cómo puede ser eso cierto?. No lo se, pero algo en este aire me dice que es así.
No fui el que escribió esas historias, pero soy protagonista de todas ellas. Quizás no sea una mera casualidad. Es más, después de pensarlo y replanteármelo una y mil veces, creo que debería reclamar con justa razón derecho de autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nudos