martes, 15 de febrero de 2011

El dulce daño de Alfonsina

Trágica como buena poeta, como las almas sensibles, como la seda. Alfonsina Storni soportó por 46 años su tormenta interior de saberse pasional, creativa, verborrágica, revolucionaria. De saberse mujer en un época en que en Buenos Aires no era fácil combinar todo eso en un mismo ser.
Su pobreza y hasta la locura de un padre ermitaño y alcohólico marcaron el sube y baja emocional con el que convivió desde niña. Fue maestra rural y madre joven. Fue poeta. Pero Alejandro, su hijo, nunca fue fuente de inspiración.
En 1838 Alfonsina y su soledad se entregaron al mar. Estaba dicho, escrito entre líneas. El alma efervescente y dramática de una mujer que sentía demasiado no podía irse sin dejar una marca en los que aquí quedamos.
Monumento a Alfonsina Storni, 
por  el escultor argentino
 Luis Perlotti, frente a la playa 
La Perla en Mar del Plata
Su coqueteo constante con la muerte la hizo parir cientos de textos reveladores y ardientes. El escritor Francisco L. Bernárdez, en una entrevista con el diario Clarín 31 años después de la muerte de la poeta, la describió a la perfección: “Alfonsina emprendió la múltiple empresa de subsistir y de perturbarse, de comer y de cantar, de escribir y atreverse con palabras al silencio que la ahogaba”.

Por Ivonne Guevara

Presentimiento
Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol,
Purifica y consume.
Pero sin una queja, sin asomo de horror,
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol,
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón. 

A.S.

1 comentario:

  1. En 1838 Alfonsina y su soledad se entregaron al mar... ¿No será en 1938?

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